"Buendía, buendía"...
...pasándole la mano en el lomo al 24 de octubre del 2007, mientras teclea adormilado, le dice mi amigo dominicano al sol limeño; que parece que no está aunque el reloj diga que sí, como azuzándolo a que levante cabeza, a que despierte antes que él que está de pie pero no logra ajustarse a que ya hay que moverse. A veces, esa mezcla de realidad e inverosimilidad neblina de Lima, que anda tan suspendida, se suma al porqué no hay ruidos ni caravanas de carros con bocinas. En su introspección, mi amigo parece un hombrecito callado y avispado, que copia el movimiento ajeno en la cabeza para vaciarlo en los folios A4 o en los guiones que usarán los empresarios que invierten en productos que son perecederos y terminarán bajo las alcantarrillas; y no le queda de otra que despertarse saludando al día todavía hablando bajito..."buendía, buendía"...tap, tap a la cabeza.
Y la muchedumbre de gentes que soy, le molesta. Somos amigos, indudablemente, pero mi turbia multiplicidad excede su capacidad de tolerancia cuando él ni siquiera ha abierto bien los ojos o cuando está dándole vueltas a su absorción para ver por dónde la agarra. Revisa sus pendientes, porque yo no comprendo que es justo ahora cuando acaba de sentarse y encender la computadora y hay gente alrededor de él que le trae sus montones de verificaciones y papeleos multinacionales de lo que venderá hoy. Cosas y asuntos imposibles para la introspección de él que tendrá que bañarse eventualmente pero no necesita shampoo ni cajas de ahorros.
Cuando le grito al oido con mi voz chillona y caribeña, como si hubiera un megáfono en la ventanita del messenger las vainas que creo hermosas, mis maticas de orquídeas salpicando agua, mis lindas mañanitas, mi vidita de casada del medioevo; él comprende porqué prefiere que Dios no exista y me responde una tontería no vaya a ofenderme porque se piensa que me ofendo si me dijera, por ejemplo, "No me jodas", cuando más que nada, yo me digo lo mismo. Y quita la vista de la pantalla para sacar el pendiente de la empresa de relaciones públicas, para no desaprovechar este momento donde ha debido mentir un poquito. Y cuando le digo lo que sé de hoy, escribe por ahí casi con descuido "llamar al hombre de la armadura brillante", con disimulo, no vaya a creerse ninguno que le presta demasiada importancia a esos eventos romanos y sin sentido, que más bien parecen un Mardí Grass emperifollado. En el fondo, él tampoco quiere que se le olvide, lo que pasa es que yo lo he dicho sin darle mucha mente al asunto, salpicando agua, regando mis maticas. Y como lo digo todo, en decirlo todo, pierdo un cierto halo que los demás me etiquetan a veces y que me parece una pérdida rotunda de tiempo porque quisiera entrarle a la vida por el pecho y agarrarle el diástole en el mismo momento en que la vena suspira y poder decir "Miren lo que tengo" sin darme cuenta que la mano está ensangrentada ni que mi misma sonrisa estúpida de imbécil criminal mata momentos es la carita de Björk.
El no. Reserva el día, porque me gana por una hora, y guarda la llamada dentro de su introspección, para que se dé gusto inventándose una manera negra de decir lo mismo que he dicho sin pensar y que le quede de Cannes y se gane un león.
NOTA: PARA TI, PORTOS.
NOTA 2: Foto de Björk Live 2007, extraida sin permiso de www.bjork.com
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