Familia Ortiz Díaz

Friday, October 12, 2007

20, 23, 26, 29, 50, 56

Manuel le vendía loto a los italianos, a los polacos, a los ingleses y a todo europeo que cruzara por su bodega, perfectamente ubicada en la esquina de la 149, un poquito más allá del Holland Tunnel. Detrás de los abarrotes apilados, escondía la máquina que jugaba números por papel moneda en US$ como una ruleta tragapapeletas, en vez de monedas. Luego de que Mayor Giuliani asumiera la postura de que eso no era legal, todas las bodegas habían escondido sus casinitos en el cuarto de atrás, pero eso todo el mundo lo sabía y pasaban directo por el lado de la caja hasta donde se hallaba la fuñía maquinita.

A veces, el que se llamaba Mike se pasaba horas y horas con sus conocimientos de Estadísticas, aprendidos en su Europa Oriental, descuidando su licencia de taxi en la espera de acertarle a la maquinita o a la loto. Pasados los tres años, dejó la maquinita porque entendió que el hopper no tiraba nada valioso y no se iba a poner como los delincuentes a estarse con imancitos y tonterías. Entonces, se enfocó exclusivamente en la Lottery.

Tuvo que dejarse de estar sentado tiempo completo, acuñarlo como hobbie obsesivo y ponerse a taxiar. A cada semáforo, anotaba un número y jugaba dos cosas, los números resultados de sus fórmulas y los azarosos, los que le llegaban a la mente por una casualidad del ojo, una placa, una calle, uno que se leyera en las camisetas de las personas, un letrero, un grito, la cantidad de bocinazos. A veces los fraccionaba por tipo de bocina, 4 de una corneta y 6 de otra, el fortysix en el papelito.

Se jugaba los chelitos del taxi a números fijos y variables. 12 16 21 39 43 51, en el Draw de hoy. Shit, no pegó ninguno. 02 03 19 44 47 57, cogió un numerito. Ahora los combinaba, el que pegó con otro. Cuatro años de corrido, se jugó el teléfono de las oficinas de la Lotto, 518-388-3415, fraccionado de todas las maneras posibles: 5-18-38-83-4-15, 51-83-88-34-15, y como sólo llegaba hasta el 60, los que eran altos, como los ochentitantos, los reducia a un algoritmo o de diferente manera, sacándole la raíz invertida (derivada), multiplicando un número por el otro, sumándolos entre sí, restádolos, dejándolos inválidos hasta una cifra que cupiera en el límite.

Hoy tenía fé en el 20, 23, 26, 29, 50, 56. Eso lo había sacado de unas cuentas perdidas en el correo más los matasellos y otras combinaciones cabalísticas que incluian los años de la mujer que lo dejó con su número de hijos. That'll do! Llueve, llueve, llueve y Manuel no llega a abrir la bodega. Se ha pasado de horas para buscar a la rubia de la 57, que lo contrató fijo esta semana. Volvería más tarde.

Al otro día, Manuel lo encontró empapado de lluvia y de espanto fuera de su negocio, seis de la mañana. Pensó que había acertado un número y venía a canjearlo.

- Hello, Mike, anything new?
- See? 20, 23, 26, 29, 50, 56; I even hit the Bonus and Extra numbers!!! It's all on my small paper!! I just couldn't play with all the driving! Do you think they will cash my numbers if I prove them I wrote this before the Draw? 45 millions! 45 millions, Manuel!

(Basado en una historia real)

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