Rojo
Cuando le dije a Raquel que siempre he sido la típica viejita que teje en su mecedora, realmente me refería al circunstancial. El panorama estaba tenso. Voy de la mano casada con el hombre perfecto y no quiero pecar ante el anhelo de ser soltera, de nuevo. Sus aventuras no son tales ni tengo tal desdicha, y para las mías no hay ticket de vuelo. No hay un router. No hay un tres letras de destino ni de partida. No hay round fee. Voy suspendida en el aire. Ayer en Canadá, frente al lago, encendía el cigarrillo y tiraba la caña y era hombre y tenía que huir. Hoy, a tres esquinas de mi casa, también convalesciente, quiero un cojín y una pastillita que me ponga a dormir, para soñarme que escalaba esa montaña que escupió esa piedra que me dejó así.
Los niños me interrumpen. Tienen hambre. Se suben a mis piernas, uno con el dedo en la boca. Son las dos de la tarde.
1 Comments:
¡Reapareció Laura Yosiam! Luego regreso con más calma para leer tus interesantes nuevos posts.
Abrazos.
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