
Lo del cabello siempre ha sido casi un fetiche en mí. Me gusta llevarlo largo, largo, por la única razón de que soy muy sensorial y el pelo largo me acaricia la espalda, me roza la cara, me añoña mucho y casi puedo decir que me acompaña. El pelo largo es parte de mi ropa, sin él, estoy desnuda.
Cuando era chica, me chupaba el dedo índice de la mano derecha, este mal hábito me avergonzó por mucho tiempo y no me gustaba hacer gala de él en público, pero para dormir me era indispensable. El otro indispensable para dormir era el cabello largo, lo tomaba y le daba vueltas con mi otro índice y pulgar, le colaba los dedos de arriba abajo, lo intercambiaba mechón por mechón, me acariciaba la cara con él, sobre todo los párpados y la frente. Le daba volumen de tanto tocarlo.
A la edad de 7 u 8 años, no me gustaba peinarme y tenía el pelo muy largo. Mi madre tomó la decisión de cortarlo. Yo estaba acostumbrada a que me lo cortaran poquito, apenas las puntitas. Como yo era muy mansa, nunca pensó que habría protestas, pero me tuvieron casi que agarrar entre varios. Cuando ví que José Antonio agarró su famosa navaja y me llevó la mitad, pegué un brinco enorme y comenzó el berrinche. La pelea fue campal. No me podían dejar con media melena larga y media corta, así que, a pesar de todo el esfuerzo que hice en demostrar mi punto de vista, no conseguí que me lo dejaran quieto. Ese instante donde un niño pierde algo sagrado: un juguete, una mascota; lo viví yo con mi cabello. Conservo dos fotos enojada: a los tres, en la playa, interrumpida al leerme un cuento, tengo el ceño cerrado y estoy en cuclillas; y otra la tarde del corte de pelo, poniéndome unas medias altas, sentada en un sofá y mirando a mami que me tiraba la foto, como se mira a una enemiga.
Karine, mi prima que siempre ha sido mi hermana mayor, tomaba el biberón y también procedía a distraer un mechón de mi pelo para ella dormir, pero le daba vueltas y vueltas sin soltarlo hasta que yo gritaba del tirón horrible y del susto. Siempre prometía no volverlo a hacer y siempre terminaba haciéndolo. Me parece que se iba enredando sin querer pero también me parece que ni tanto me molestaba porque le permitía tocarme el pelo de nuevo.
Johamy no. Joha se entraba el mayor y el anular a la boca, índice y meñique sobre las mejillas, ,y procedía a presionarse el lóbulo de la oreja. Annabelle se bebía el biberón con un dedo en el ombligo. Paola chupaba bobo hasta que papi se hartó y los metió todos juntos a la troqueladora.
Ayer lo corté. Quería probar algo nuevo. Ando muy contenta hoy y no lo he extrañado tanto como creía. Ya ven cómo me gusta andar desnuda por ahí.
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