En la idílica vida que llevo con mis hijos y mi esposo cada comentario de la mente abierta, hecha navaja, decorada, hidro masajeada, burbujeante de Máximo José -el único bebé del mundo que siendo un adulto conserva la visión y la perspectiva del mundo al mejor estilo de Anna (*) y Mafalda- expone la imaginería de su existencia con innumerables soluciones prácticas como desplegar un pueblo en un orden perfecto tal que el supermercado queda al lado de la puerta del zoológico para que los animales puedan entrar cuando tengan hambre y la explicación se extiende a: "Máximo José no le puede dar comida a los animales del zoológico. Ellos comen en esta cafetería, el elefante no estaba en el zoológico pero sí en el circo, Máximo José lo vió y le dió de comer a la jirafa". Siempre hablando de sí mismo en tercera persona y en voz alta, como un autocrítico al que le pusieron un micrófono en el cerebro para que los demás lo escuchen. Pero él fue al zoológico cuando tenía un año apenas y ya pasaron 16 meses de esa vez en que él fue al circo...pero se acuerda.
Y el castillo que le regaló abuela Tamara está separado de la entrada al zoológico por dos cercas que trajo un juguete de los Little People. No una cerca, sinó dos, como un signo de igual. "Y en el castillo viven los reyes (explico yo su madre que los reyes son papá y mamá) y los príncipes Máximo José y Julián Arturo, que somos muy buenos y tenemos unas coronas. ¿Y dónde está el castillo de la reina madre (la abuela)? Ah, está allá cerca del castillo de abuela Ca-Ca-Ca (la bisabuela bautizada por él). Mami, tú eres una reina, mami, eres tan linda, mami. Quiero ponerte una corona, ten la mía, mami." Y mientras tanto, se va subiendo por los bordes de donde quiera que yo esté sentada a darme un baño intenso de sí mismo, pellizcándome en la desesperación por subir y él desea inconscientemente entrar de nuevo en mi útero porque ha sido lo más cerca que estuvo jamás cuando estuvo al lado de mi corazón. Y es cuando exploto: "Dios mio, mi niño, ¿tú quieres que te cargue?" "Sí, mami" y leo que por dentro dice porque es que tú eres taaaan linda. Y su sonrisa prende dos broches carmín en sus mejillas, iluminándole los ojazos y se acomoda en mis piernas acariciándome una mano cantando bajito: "Cinco deditos, mírenlos, siempre juntitos, mírenlos..."