Yo te quiero, Poli
Y te felicito en tus 77. Poli, te quiero con el mismo corazón de cuando era chiquita y la salida era por Los Pinos. ¿Todavía te duele que no te subiera la pensión el gobierno del padre de tus "hijas" en el Santo Domingo? A mí me consta que la necesitas y te paso los únicos cien que tengo. Súbete a mi carrusel, magnífico Poli y te hablaré del Rey de reyes y de mi fé; que los hombres se olvidan con el poder de la gente y comienzan a cargar en el Mercedes todos los dólares por si acaso se pueden llevar algo del otro lado. Conmigo no hay eso. Yo sé que este mundo es apariencia, Poli, y no me quiero llevar nada salvo esta genuina chispa que se enciende cuando estoy contigo. Porque a los cinco se ama así, sin condiciones, y no hay nada que pueda cambiarme. Ven, Poli, yo te llevaré cada noche delante de Dios cuando te abrace mi memoria en mis rezos porque te recuerdo en tus 30s, sin canas, el paso arrastrado inequívoco, con tus larguísimas piernas dispuestas a albergar a toda la población de escasos cinco a siete durante las revueltas con gas lacrimógeno de la UASD, cuando era caliente. Tú ibas de caqui y yo de colores. Ya la UASD no es lo que era pero tú eres el mismo. Con la sonrisa comida por debajo, los ojos te siguen colgando miserias aunque el alma es casi irreverente de viva y feliz. Tú eres mi poli, mi fortaleza. El mismo que esperaba conmigo a que llegara papi y no me dejó sola, aunque nadie llegara a buscarme, aunque tu tiempo pagado hubiera pasado. Tú eres gente. Nunca te fuiste hasta que la última de nosotras se fuera. Siempre hacía calor y todas con la boca seca. Tú hablabas con el frio-friero para que nos diera hielo y te ví darle dinero a veces, porque tu corazón es de oro y el dinero es de papel.
Tú eres mi poli, del que ninguna otra se acuerda. Pero no te preocupes, que yo me acuerdo. Con la lengua trabada, hablas rapidísimo pero yo te sigo el paso y comprendo. ¿La gente recordará tu estupendo silbato plateado? Yo te imaginaba sagrado cuando lo soplabas. A mí me enseñaron a respetarte, Poli, pero este amor te lo ganaste tú.
Hoy no sabes quién soy porque me ves en otro lugar que no es mi casa pero yo te conozco en todo sitio, mi querido Poli y cada vez te llamo, y te explico por enésima ocasión quién soy y te presento a mis hijos de nuevo porque para mí tú eres algo parecido a Juan Pablo Duarte o la bandera. Y te sorprendes de escuchar que mis hijos te conocen. Que no te dé vergüenza no reconocernos porque yo sé quién soy para tí y sé que la culpa la tienen tus 77. En tu corazón brilla toda mi vida, Poli, yo te he visto cuando me ves. Tú eres un quién transparente y puro. Así que ven, siéntate a mi mesa. Ven, príncipe de plata, que tu plato siempre estará servido a mi derecha.
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