Nadie sabe
En la mañana del día después en que internamos a la abuelita bombón, Máximo José empieza a llorar cuando me dispongo a despedirme, me devuelvo puesto que nunca ha llorado en este colegio.
- ¿Qué pasó, mi amor?
- Que tengo mocos - dice en llanto profundo
- Oh, pero vamos a limpiártelos
- Noooo, tú no sabes limpiármelos
A pesar de que me sorprende su extraña actitud, lo que pienso es que todavía tiene sueño y lo insto - Pues límpiatelos tú solo, mira, ahí hay Kleenex
- Noooo, yo no me los sé limpiar, nadie me los sabe limpiar. La única que sabe es mi abuela Tamaaaaraaaa -y sigue llorando
Lo abrazo y pienso en qué hermoso regalo de hijo me ha hecho Dios. Tan pendiente de los demás, tan sincero en sus afectos, cuán detallista siempre, con tanto sentido común. Nunca esperé tanto y cuando lo termino de abrazar, lo miro a los ojos, se los limpio y se los beso.
- Hasta la tarde, mi amor, que te vaya bien en el día de hoy. Te quiero.
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