Familia Ortiz Díaz

Tuesday, September 13, 2005

Las niñas no lloran

Anoche vi a mami y me di cuenta. Los recursos nunca le faltaron aunque sí el peso. Las alertas le llegaban diario de que el tiempo es la lepra y la raquiña y que para subsistir había que endeudarse ocasionalmente cumpliendo con el lema de que nadie se te queje y de nunca hacer lo malo. Mi mamá, la mujer más digna de todas, tiene más pelotas que ningún hombre. Jugó a ser el sustento económico, moral y espiritual de dos muchachitas a las que les había mal elegido un papá extranjero en un país donde eso equivale a algo parecido a una vejiga de helio, porque tan inflado de nada como está y el único camino que le traza la sociedad es hacia arriba.

Anoche ví a mami y me entró una felicidad inusual por dentro. Recordé los Hush Puppies en especial que me compró con sudores para que los llevara orgullosa el último año de escuela y sus comentarios de que eran muy buenos y lindos. Recordé que estaban en especial porque nadie quería usarlos y que me los puse con un suspiro pensando que era lo único que me había podido comprar y que debía agradecer a Dios porque mi mami había hecho su gran esfuerzo y al menos tenía zapatos. A ella, le elogié tan maravillosa adquisición. Recordé el primer día de colegio cuando una niña más pequeña me tocó el hombro y me dijo que mis zapatos estaban botando algo raro y, al voltearme, ví un camino de bolitas de melcocha del mismo color que la gorda suela de mis honorables cubre pies. Efectivamente, la suela se iba en pelotas. Al cabo de dos días, mis dedos ya besaban el patio del Colegio Santo Domingo y se contaban -piso, dedos y plantas- sus más íntimos secretos llenos de polvo rojo y piedritas. Recuerdo que llegué a casa y me colé al patio donde quedaron abandonados algunos materiales de la fábrica de zapatos que quebró. Me hice un par de suelas extrañísimas con una chaveta, encolando suela sobre suela para que parecieran las originales y que nunca más tuve problemas con los zapatos salvo por alguna cementada adicional que les hiciera. Y aunque creo que mi mamá se enteró (porque mami siempre estaba enterada de todo), bien se hizo la desentendida y jamás hizo un comentario de los zapatos, jamás los miró. E imagino que nunca pudimos hablar de eso, nosotras que siempre podemos hablar cualquier cosa y esos Hush Puppies seguían estando ahí para cuando el colegio se había terminado y nos graduábamos de la vida, mami y yo.

Fecha: 25 de diciembre del 1994.

3 Comments:

At 7:53 PM, Blogger Laura Yosiam said...

Gracias, Desiree.

 
At 1:04 AM, Blogger Essi! said...

Estoy impresionada con tu blog, me encanta como cuentas las cosas, la vida. Y Dios bendiga tus ninos, estan bellos!

 
At 10:06 AM, Blogger Laura Yosiam said...

Gracias, Essi!

 

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